sábado, 18 de febrero de 2012

La Gastrofonda

Siempre he pensado que en materia culinaria el dinero no puede darte gran cosa, si me preguntaran cuáles han sido las comidas que más he disfrutado, nunca fueron sitios donde hay tal cantidad de cubiertos que pareciera que uno va a hacer una cirugía de corazón y no a tomar la cena, o donde puede uno toparse con estrellas de cine o políticos connotados, o esas en que el mesero nunca se despega de tu lado y responde a tu menor provocación. Por el contrario, éstas han sido en lugares muy sencillos, a veces en comunidades, con platillos poco elaborados pero frescos y cocinados con mucho amor y con el más franco desinterés del cocinero de obtener algún pago acorde a la magnitud de su obra.

El artista culinario, goza de elaborar su creación, pero goza aún más de ver como aquellos a quienes la presenta la disfrutan, cómo a través de su platillo puede entrar en sus bocas y no se por qué extrañas conexiones tocar el corazón y transformar sus vidas al menos en ese momento.  Para el artista eso, solo eso basta, el precio que la gente pague por ello es lo de menos.

En este mundo donde todo parece funcionar bajo la lógica del mayor beneficio económico, existe gente que desafía esas reglas y decide vivir del modo que más le place y bajo las normas de lo que verdaderamente importa. En un pequeño local de la colonia Condesa, se levanta la Gastrofonda o la Rauxa, da igual, el nombre es lo de menos, sillas de lámina y manteles de papel periódico bajo una lona no muy bien colocada, son el marco por el que por $79.00 pesos algo así como $6.00 USD se puede degustar de los más exquisitos platillos de autor con una incorporación excelsa de los sabores y esencias de la cocina mexicana.

Esa es la cocina de un verdadero artista que se esmera en mostrar una obra completa y generosa, por el puro placer de cocinar.