domingo, 10 de junio de 2012

Yo soy # 132

De pronto en mi breve retiro argentino hace unas semanas, empecé a escuchar de la Primavera Mexicana. Estaba lejos y con asombro y alegría veía como al parecer por fin despertábamos, que cuando todo parecía arreglado y el pueblo prácticamente estaba resignado para aceptar los designios de la tele, una chispa encendio la llama que estábamos esperando.

Un grupo de estudiantes de una universidad privada, de la que soy orgullosamente egresado, vive en carne propia la desinformación del acontecimiento del que fueron causantes: un terrible abucheo y persecución del candidato de la TV a la presidencia de la República, en su comparecencia a la Universidad Iberoamericana.

La TV y medios asociados los ignoran y los presentan como acarreados, incluso alguien se atreve a decir que ni siquiera son estudiantes de la ibero, ellos no tardan en responder con un video en el que 131 alumnos presentes en la protesta muestran su caras, nombres y credenciales que los acreditan como estudiantes de dicha universidad.

A partir de ahí inicia el movimiento Yo Soy # 132, en el que millones de personas ya no solo estudiantes de esta universidad, se unen a la consigna de una actitud informativa responsable de los medios y la negativa a la imposición de un presidente a través de la desinformación.

La telenovela se cae y a partir de ahí, la posibilidad de que las cosas pueden ser distintas aparece, alumnos de muchas universidades se unen al movimiento, como nunca universidades públicas y privadas participan en asambleas profundamente democráticas, se acaba la representación, solo hay voceros, pero nadie representa a nadie, todos tenemos voz y podemos hacerla oir.

Acabo de volver de una marcha, eramos miles identificados con este movimiento que no es exclusivamente estudiantil, la gente cantaba, los comercios estaban abiertos y saludaban a los miles que pasaban en los distintos contingentes, la paz y la alegría fluían en todo Reforma.

Las máscaras se caen, la protesta ya no espera nada de los políticos, de aquellos que se dicen sus representantes, va a ver de frente a quienes efectivamente detentan el poder y empieza a comprender, que mientras unos pocos se ostenten como guardianes de la verdad, las grandes injusticias que vivimos en este país seguirán sin indignarnos.

El paso está dado, volvemos a sentirnos capaces de cambiar las cosas, de saber que juntos somos poderosos, que este sistema está sostenido por nuestra indiferencia y nuestra ignorancia, solapada por una comparsa de medios que nos vendan los ojos.
 
Tengo la fortuna de haber vuelto a las aulas, de volver a ser estudiante y vivir desde este sitio este momento histórico de despertar, pero si no, de todos modos, desde cualquier papel que me hubiera tocado como mexicano; diría con orgullo:  ¡YO SOY # 132!          

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