viernes, 10 de abril de 2020

Iluminación Garantizada



Uno de mis sueños no alcanzados es el de organizar un cine club, aunque eso de no alcanzado es cierto solo a medias, porque mi amiga Dan me invitó a programar un ciclo de cine en Giraluna en 2017; elegí para ellos uno de trenes que me parece que le intitularon Cine Vías y Vidas.
Hoy en tiempos de cuarentena y Semana Santa, ha rondado mi mente una serie de películas que siempre quise proyectar como un ciclo al que denominaría con el título de una de las películas que incluiría: Iluminación Garantizada. 
Motivan la temática cuatro películas que muestran aquellas situaciones, que cuando se presentan en la vida, solo es posible trascenderlas si te transformas, esas que te acaban convirtiendo en algo distinto, en una mejor persona.
El ciclo comienza con la pérdida, haberlo perdido todo es el mejor camino a la iluminación, lo vemos en una fantástica comedia de Doris Dörrie: Iluminación Garantizada (2000) en la que a dos hermanos alemanes de personalidades totalmente distintas, Japón les mostrará que para lograr la iluminación meditando en un cojincito, hay que pasar por cosas aún menos agradables.
Cuando uno piensa en el vacío, a veces utiliza el sinónimo de desierto, el desierto de la vida podemos decir, cuando parece no haber nada, pero quienes hemos estado en el desierto, geográficamente hablando, sabemos que como dice Rebeca Solnit, el desierto está hecho, sobre todo, de luz.    
Para el siguiente filme dejaremos la comedia para ir al drama y mostrar la siguiente situación propicia para la iluminación: el mundo, la vida, la gente.  Es muy fácil alcanzar la santidad solo, en el monte, aislado de todo, pero el reto es vivir en el mundo y lograr ser al menos alguien no tan malo. Samsara de Pan Nalin nos muestra la historia de Tiunhasi, un moje budista que después de tres años de reclusión voluntaria en una ermita de Ladakh, vuelve al monasterio, bueno, eso pensaba que haría, pero el destino le deparaba otro camino.
Samsara da una bofetada a aquellos que piensan que el conocimiento y la paz interior están en el confort de un ohm, el silencio o la meditación, la paz interior en realidad la tienes cuando eres capaz de mantenerla ante la agresividad del mundo.   
Regresamos a la comedia para encontrarnos con el tedio, aquellos momentos en que parece que la vida no va a ninguna parte, como un círculo del que no puedes escapar, en términos de San Ignacio de Loyola: de pecado en pecado cayendo, o en términos de Sartre; La nausea.
Pero la película que lo explica a cabalidad tiene un nombre más simpático, El Día de la Marmota o como también la han traducido Hechizo del Tiempo (1993) de Harold Ramis, protagonizada por Bill Murray y la encantadora Andie MacDowel, basada en el guion de Dany Rubens. 
Dany en su artículo How I wrote the script for Groundhog Day in less than a week, cuenta cómo surgió la idea de la película: estaba en el cine, mi esposa se había quedado a cuidar a los niños y mi compañía ese día era un libro de vampiros, antes incluso de mirar la portada, comencé a preguntarme cómo sería eso de vivir para siempre, cuánto tiempo pasaría antes de que dejara de ser divertido o interesante como para que valiera la pena, cómo una vida eterna afectaría a una persona, especialmente a aquella que parece incapaz de cambiar en el transcurso de una vida normal. En ese punto recordé una vieja idea de una historia que había dejado olvidada en un cajón de tarjetas acerca de un hombre que se despierta todas las mañanas y es el mismo día y así una y otra vez, ahí explotó mi cabeza y al poner esas dos ideas juntas nació el Día de la Marmota. Dos años mas tarde de haber concebido esa idea de un día que se repite, encontré su verdadero propósito, ya no era solo la historia de un hombre cuyo día se repetía incesantemente, era una historia a cerca de cómo vivir, ¿qué la vida no es una serie de días, qué uno no se ha sentido detenido en el tiempo de cuando en cuando?
Por último está la muerte, su presencia cercana e inminente, pero no esa muerte inescapable que se asoma como una posibilidad de todo ser humano, sino aquella que te acorrala, que te amenaza y sabes que solo es cuestión de tiempo si continuas viviendo, aquella que solo es capaz de afrontarse en el amor. 
De Dioses y de Hombres (2010) de Michele Barthélémy logra explicar con claridad lo que San Ignacio refiere como la indiferencia: en tal manera que no queramos de nuestra parte mas salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que fuimos creados.
De Dioses y Hombres es una película maravillosa que aunque se sitúa lejos de México ofrece una realidad muy cercana a la que viven muchas de las personas que están en zonas de conflicto, ideal para esta Semana Santa que para los cristianos implica acercarse a la muerte, pero también al amor.         

Enlightenment Guaranteed (1999) / AvaxHome

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