domingo, 15 de mayo de 2011

El poema del éxtasis y Alexander Nievsky

Llegué como de costumbre rayando y no pude tomar el programa, alcancé un lugar en un rincón de la sala de conciertos y me sumergí en la música, la obra era magnífica, parecía que en las notas pudieras escuchar un sin fin de emociones, aproveché el breve espacio entre esta obra y la siguiente para poder ir por un programa, incomodando a mis vecinos lo menos posible, volví a mi asiento para ver que la obra se llamaba el Poema del Éxtasis, de Scriabin, y que a su creación se acompañó un poema del mismo autor, no decía ahí que había sido primero si la música o el poema, pero era claro que los dos son una misma cosa junto con su autor, como decía un fragmento que estaba en el programa;

...Oh, aspiraciones puras,
yo os doy vida, compleja entidad;
Un sentimiento de paz que los abraza a todos
Soy un momento que ilumina la eternidad.
Yo soy la afirmación;
Yo soy el éxtasis

Hasta ahí el poema, y luego una obra creada para musicalizar una película de Einsenstein realizada por Prokofiev, que al escucharla podías imaginar cada una de las escenas que retrataba, las tropas en marcha, el momento previo a la batalla, la lucha, una mujer que busca entre los muertos a su marido y la celebración de la victoria, pieza y film eran uno y escuchandola uno podía conocer a la ausente, al autor y al director. Y todo gracias a una orquesta que la tocaba; ese conjunto, así como sucedía con el poema de arriba, iba formando una unidad con esa sala que escuchaba. El arte es tal vez eso, ese hilo invisible que nos hilvana a todos en una sola alma.

1 comentario:

  1. que bonito debio estar ese concierto!
    Tu última oración es poética...eres poeta!
    ;-)
    AnaP

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